Si bien la venta de reproducciones por sí sola -y como se verá- no alcanza para marcar índices de popularidad, sus cifras testimonian gustos de la gente y además arriman sorpresas. Un caso lo testimonia el tango enfocando su época de oro, cuando los discos de pasta eran, junto a la radio, los únicos vehículos que acercaban los intérpretes a la gente. También en este género sus ventas no coincidieron con la popularidad y las cifras trajeron sorpresas. Muchas.
Para romper el hielo con el tema calcemos de una a la orquesta típica más popular. Sí, muchos acertaron: la del maestro Juan D´Arienzo que, con su ritmo a fuerza de marcar los cuatro compases, hizo bailar al pueblo desde 1937 en adelante con una devoción que obligó a los otros directores a elegir entre seguir su estilo o no trabajar.
Fue D´Arienzo, por mucho, lo más pedido en las disquerías de la época al extremo de superar la demanda y entonces despertar la avivada de los comerciantes: no eran pocos los locales que para vender un disco del maestro exigían la compra de otro grabado por un intérprete distinto… Y pensar que hubo quienes opinaron en su aparición que era una orquesta “para un verano solamente”. Con todo D´Arienzo, con unas mil grabaciones, no fue quien más vendió y empiezan las sorpresas.
Lo superó una sola orquesta y acá no serán muchos los que acierten con el nombre. Una pausa para que arriesguen cuál fue…
La orquesta que más placas vendió en la historia del tango fue la de Francisco Canaro. Con una trayectoria que puede casi identificarse con los orígenes del tango y que alcanzó cincuenta años de vigencia, el uruguayo encabezó holgadamente las cifras de ventas: había grabado un número nunca precisado de vinilos que van desde la friolera de tres mil quinientos títulos -¡más de tres mil quinientos!- hacia arriba. Tanto vendió y actuó que en su época un dicho popular servía para calificar a algún bacán al decir de él que “tiene más plata que Canaro”.
El podio de las orquestas típicas que más vendieron se completa con lo puede esperarse: Aníbal Troilo, el director más intuitivo que tuvo el tango y por eso, un requerido continuo en disco y actuaciones.
Pero van a seguir las sorpresas.
¿Quién ocupó el cuarto lugar de ventas? Enrique Rodríguez para gran asombro de los milongueros veteranos. Rodríguez, un repudiado por los puristas del tango, armó una orquesta para abordar diversos géneros bailables –buscó los alegres y románticos-, que sedujeron al público y lo llevaron a triunfar en toda Sudamérica. Sus tangos eran alternados con polcas, rancheras, pasodobles, valses y foxtrots y llenaba. Rodríguez trabajaba un montón: es que su actuación ahorraba a los clubes la contratación de la llamada entonces “orquesta característica” que hoy sería una tropical. Y otro dato que hace al éxito de esta formación: su cantor emblemático, Armando Moreno, fue el que más grabó de todos los cantores en la década del ´40 y esta es otra sorpresa.
Increíblemente después, en quinto lugar, recién se encolumna el exquisito del tango, el maestro Carlos Di Sarli. Impensado.
Lo siguieron, también para la sorpresa, Francisco Lomuto; luego, más esperados, Carlos D´Agostino; Miguel Caló, y Rodolfo Biagi.
¿Quiénes faltan? Dos grandes. Por supuesto el maestro Osvaldo Pugliese, ubicado en el decimotercer lugar de ventas de discos en lo que constituye otro gran asombro para cualquiera. También inimaginado y con gusto amargo para esta tan querida figura.
También Alfredo Gobbi, de quien todos los grandes directores aprendieron algo, cuyo registro de ventas lamentablemente no llegó a conocerse aunque, es cierto, este maestro actuó discontinuadamente a diferencia de los demás. Otra gran ingratitud con esta orquesta que entregó al género los más variados recursos expresivos de todos los tiempos.
Estas cifras, muchas insólitas para el sentir del tango, fueron rescatados por investigadores del género que llegaron a la Academia Nacional del Tango a enriquecernos con sus datos.
De popularidades y sorpresas, más de las que uno podía esperar con esta tabla de ventas de discos cuando lo que tallan son números descarnados que no se amigan con los sentimientos tangueros.
Fotografías: arriba quienes encabezaron la lista, Canaro y D´Arienzo caminando por una plaza de Montevideo. Abajo, una foto casera de 1956 que reúne a muchos de los grandes directores de orquestas típicas.